Lo mejor del mundo José Ángel M. Bratini (2016) La alegría Imaginario Sé muy bien que soy imaginario. Voy a dudar que tengo piel, de estos brazos y mis piernas voy a dudar. Sé muy bien que me acompaña la experiencia, las pequeñas cosas olvidadas por el río, el reflejo del Sol tan inmune al arrastre de su cauce (nada hecho de luz se ha puesto viejo). La vida conmigo ha sido bella, el silbido del viento entre las hojas me amaba, el canto de los pajaritos también me amaba; a mí me amaba hasta el suelo que nunca había dormido entre mis huellas. El mundo jamás me ha devuelto una pisada (generoso), me ha dado siempre ojos nuevos, respiración nueva, nuevos latidos, tacto inédito y la piel (de la que estoy dudando) ha sido lluvia, trenzas de agua donde mis sueños eran barquitos llevados al mar. Tanta vida, tanta vida he merecido. He aprendido que el desastre sólo es percibido por lo efímero, hay algo en mí que es grande y es eterno. Yo lo afirmo...
Millones de años atrás la vida estuvo sola en el mundo y siendo anciana y siendo fuerte… encontró donde sembrar la planta hembra junto a la planta macho. Crecieron junto a ella sus faldas de agua las aletas se proyectaron en los destellos azules y los cuentos de sirenitas. —Príncipes de los juncos, ánades de la rareza. ¡Disminuyeron los relojes! Y se tendieron las estrellas. Naciste tú, el otro, hecho de a dos —triunfo mortal, victoria de Samotracia. La luz encontró a los ojos, dibujó la primera mirada. Una brisa sopló entre la hierba alta, uno y otro se vieron —un enjambre de abejas caucásicas voló sobre sus cabezas. Las cabezas de los primeros mortales de la tierra.