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Mostrando entradas de junio, 2012

Gatos amarillos

Me gust an los gatos amarillos, los que acuden a tu cama por la noche y se arrullan en tu pecho. Me gustan porque se sienten como llama, como si el fuego respirara y te encontrara por la noche. Me gustan los gatos amarillos y no los negros, porque no son amarillos. Estos gatos del alma son como el amor que no nos da su nombre, el amor de ojos de incendio que se apaga si llega el día. Gatos amarillos que te muerden dulcemente para que sepas que te quieren; suaves como el terciopelo de la noche, furtivos como ellos. Son como historias peludas, mitos amarillos y leyenda. Me gustan así porque me encuentran mas yo no los encuentro, vienen cuando quieren y yo no los espero, como tela de la noche me envuelven y aunque pueden dañarme no lo hacen, porque yo los amo.

Betty Boop

A orillas del río Ozama, Betty Boop en Santo Domingo nació bajo el ojo de las estrellas saladas. Betty Boop rompiendo las olas de las avenidas, convirtiendo sus miradas en aves rapaces, surgiendo de los prostíbulos como una luna de torneadas piernas. Caminando por la calle Duarte despertando los piropos de craqueros, sandwicheros, comerciantes y motoconchos y hasta el silbido aquel que sale escurridizo por la ventanilla de un Mercedes Benz. Ella y sus ojos redondos, brillantes rodando por el malecón donde los lobos aullan al terror de la urbe que se oxida frente al mar. Ella cuya voz no sé cómo adjetivar, cuyo rostro hace que el cielo sea más redondo y cuya boca es el centro mismo del universo. Betty Boop dominicana, madre de diez mil orgasmos anónimos, acróbata de besos y piernas cruzadas. La que en la cola de un motor setenta escapó de casa en su cumpleaños número quince, la que se emborrachaba con los ángeles del vino y la pereza , la que en t