Me gusta leer y saber que, "no sé cómo", leo a los mejores. El calificativo de clásico suele ser el sello que me orienta hacia esa certeza, sin ser, debo admitir, absolutamente suficiente; porque, claro, no es obligatorio que nos guste un libro clásico y aunque no son totalmente buenos ni del todo malos, no quiere decir esto, que se encuentran en un punto medio, no, nada de eso. Un clásico es un clásico. Mi año lector, como siempre, está lleno de títulos de esa categoría. Aquí me detengo en algunos y destaco de inicio, la que fue la roca más pesada: "Los hermanos Karamázov", de Fiodor Dostoyevski. Nada que pueda decir podría abarcar a esta obra maestra, he aquí el drama total de la humanidad: Dios contra el Demonio, amor, devoción, esperanza, bondad, honor e ingenuidad; ateísmo, avaricia, placer, lujuria, promiscuidad, hipocresía, intriga; todo... ¿Qué puede faltar en este monumento literario?, sinceramente, creo que poco o nada. Sin embargo, se dice que el proyecto de Dostoyevski con los Karamázov era mucho más grande. Si este extraordinario autor ruso no hubiese fallecido poco después de terminar esta novela, probablemente habría escrito la que sería la historia de Alekséi Fiódorovich Karamázov (Alyosha) o de su hermano Iván Fiódorovich Karamázov, así como el escape de Dmitri Fiódorovich Karamázov (Mitia) y su ardiente amor por Grushenka. Pero pese al infortunio de su muerte el legado es inigualable.
Ahora paso a otra historia, a
otro escritor modelo. Me traslado a España, con Pio Baroja y la primera entrega
de su trilogía "La lucha por la vida", compuesta por:
'La busca' (1904), 'Mala hierba' (1904) y 'Aurora roja' (1905). Esta novela
breve (La busca) revela la formidable capacidad narrativa y poética de este autor de la
conocida Generación del 98 en España. Está dividida en capítulos que no
necesariamente llevan una cronología rigurosa, sino que a veces se tornan como
relatos con independencia, pero sin abandonar su atmósfera. Es la historia de la
temprana vida de Manuel, un niño pobre que a fuerza tiene que mudarse a Madrid
con su madre, una trabajadora pobre, cuya triste vida acaba muy pronto. Tras
esta pérdida empiezan las aventuras de Manuel como un niño de la calle entre
truhanes, bandidos y prostitutas. Este crudo retrato del ambiente y las clases
bajas del Madrid de la época nos deja ese sabor de un naturalista a lo Emile
Zola (salvando cierta distancia). Así Pio Baroja nos descubre un mundo que se
mostrará con todo su salvajismo e injusticia ante la fragilidad y el abandono
de un infante. Ahora me quedan pendientes los siguientes tomos de la trilogía,
que prometen un gran banquete.
Ahora continúo con un libro que aunque es genial, no me atrevería a recomendarlo, pues es (permítanme parafrasear) 'un libro para todos y para ningunos'. Se trata de "El extranjero", de Albert Camus. Este relato es narrado en primera persona por su protagonista Meursault , un hombre completamente gris e imperturbable que será juzgado por un asesinato fortuito y sin sentido, cometido luego del fallecimiento de su madre a la que mantenía recluida en un asilo por, según él, incapacidad económica. La obra en sí es una exposición sobre la filosofía existencialista de la que Camus es un importante exponente, pero también se sostienen en ella rasgos kafkianos y personajes bizarros. Meursault inicia su narración con el fallecimiento de su madre, pero sin inmutarse. Todos a su alrededor se sorprenden de su indiferencia ante tan sensible pérdida. Y es que para este hombre no es posible cambiar de vida, toda vida carece de sentido, y cualquier propósito es igual de absurdo. Él no aspira ni espera de nadie nada. En su pobreza económica y en la monotonía de sus días nuestro personaje vive sumiso y le dará lo mismo una condena a muerte que una vida de reconocimientos; en el fondo el vacío, la nada, y lo absurdo prevalecen ante cualquier esperanza.
Ahora volvemos a Rusia. Muchos consideran "La muerte de Ivan Ilich", de León Tolstoy, como una novela breve que describe el proceso de muerte de su protagonista, algo que desde el título de la obra ya está anunciado. Y sí, esto ocurre. Pero en otra interpretación también se puede afirmar que en su trama medular este destacadísimo relato aborda el proceso de la infelicidad. El autor nos describe aquello que a los ojos de la sociedad supone una vida ejemplar y feliz, pero además, nos explica cómo equivocadamente entendemos que la elección de una vida "normal" y exitosa es una decisión propia y no una imposición de una cultura enajenante. Esto hace de "La muerte de Ivan Ilich", una novela aleccionadora, en la que Tolstoy ya no pretendía hacer literatura (al menos no al modo de sus grandes obras anteriores) sino educar. Pero la calidad literaria en él es sencillamente inevitable, pues se trata del autor de "Guerra y paz" y "Ana Karenina". La tortura de Ivan Ilich, además del dolor de la enfermedad, es generada por el repaso que hace de su vida, buscando en ella el motivo por el cual es castigado, preguntándose qué hizo mal. Es ahí donde se da cuenta que haber vivido acorde con las convenciones sociales nunca lo convirtieron en un hombre bueno, sino más bien, en lo contrario.
Estas cuatro son algunas de las lecturas de este año 2023, dominado por mis lecturas de novelas y tratando de nivelar la balanza con la gran lista de poesía que he leído en mi recorrido por la literatura universal. En su momento lo mismo será con el cuento y el teatro. Pero por ahora, grandes clásicos de novela, muchos de ellos 'tochos' intimidantes.
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