Dos silencios juntos hacen ruido dos corazones latiendo son como un mar presuroso la soledad se ha hecho tan grande que es casi un hecho que hay desaliento en las calles que la ciudad está arropada como se arropan los muertos, en medio de un silencio tétrico, en la sombra todo hecho huesos todo acabado en el momento ni siquiera perfecto el instante, casi cero, casi nada entre vertiginosas elipses que caen como todo cae en el espacio. Giros y giros crearon el universo, la electricidad y el calor explotaron, por el frente de mi casa pasaron los caballos y las vacas levantando el polvo de aquella explosión, la voluntad de un dios que despertaba gigante, ciego entre la nada, sin voces aplastado, sin dimensiones. He aquí que al mundo, o lo que había, comenzó a nacerle ramas, de repente había suelo en que pisar y se escuchó tras una montaña, —que ya las había—, el relincho de un potranco. Se escuchaba, se empezó a escuchar, había cosas que oír, los truenos, los volcanes, los combates d...